REFLEXIONES DEL REMEDIO COMO BIEN ECONÓMICO PURO O BIEN SOCIAL PARA LA SALUD.

El debate de esta situación se realiza en un tiempo en que el uso de los medicamentos escapan en gran medida a las posibilidades de compra de los bolsillos actuales. En una coyuntura donde, las obras sociales están sacudidas por los ajustes originados por la baja de las dotaciones de trabajadores activos. Cuya causa es la pérdida de la capacidad de producción y el consumo. En razón, que el ajuste económico se financia con la caída monetaria de los sueldos y contribuciones sociales. El recorte de los gastos del Estado, las inversiones y los despidos in crescendo de los empleados públicos que acelera la recesión inflacionaria. Que se traslada a la inflación estructural y acelera la recesión global.
Que en cada vez mas con el paso del tiempo genera más recesión sin fin de continuidad, ni lograr la caída definitiva de los precios ni la paralización definitiva de la inflación.
Paso, que impide la recuperación de los salarios, debido a la caída de los precios de venta y los costos de los servicios. Ajuste, monetario denominado degenerado que implica la caída estructural y el poder adquisitivo de los salarios. Que a su vez, debido a ventas en caída permanente generan menores ingresos de impuestos. Con lo cual, para mantener el equilibrio fiscal, se necesita más impacto fiscal sobre las bases imponibles o el aumento de las tasas. Solo, financiado esta situación por la inflación superadora de la actividad real en comparación de masas monetarias.
El ajuste de los salarios y las jubilaciones y pensiones generan cada vez el requerido financiamiento de roll over a tasas del 40 % con aumentos de salarios con tasas negativas respecto a la inflación.
Situación que lleva a que la moneda con el fuerte endeudamiento del Estado en el plano nacional genera más deuda interna en forma explosiva. Además, que el endeudamiento externo solo puede ser financiado por nuevos préstamos del acreedor de ultima instancia (caso Macri, Fernández y Milei sin otra excepción). Donde, los bancos están llenos de títulos de dudosa in cobrabilidad por ahora y sin poder volver a posicionarse en dólares. ¿ Hasta cuando? El ingreso masivo de los fondos externos para las nuevas inversiones tan ansiadas y pretendidamente con los beneficios impositivos del RIGI no se consolidan. Al contrario, hay versiones futuras de salidas del Mercado como la informada de Carrefour entre otras versiones.
Bajo dichos términos que se puede esperar si el Estado nacional esta endeble en lo fiscal y sigue financiándose con la re financiación de los pasivos sin cesar y en forma continua y casi obligatoria. Con tasas muy superiores a la inflación o de capitales externos con tasas en dólares de arriba del 10 %.
Entonces me pongo a pensar y veo que este camino lo conocemos los que vivimos muchas situaciones como la presente. Yo la conozco desde 1952, en la recesión que mi tío Horacio, fue a la quiebra con la empresa de construcción Terraco SA en la calle Sarmiento 669 piso 3. De ahí, para adelante viví todas las inimaginables que ustedes puedan imaginar.
En definitiva, en todos los casos el punto esencial, radica en que la causante de los déficits financieros siempre generaron las quiebras de las empresas y de las finanzas públicas. Debido a las malas políticas económicas que surgieron de la moneda inconstante y viciosa. La moneda que no tiene una garantía de trabajar a costos históricos ni de la moneda del costo presente en estabilidad. Sin estabilidad no hay finanzas razonables y los pesos arbitrarios son los que definen el desequilibrio constante del déficit de corto, mediano y largo plazo. Sin estabilidad de moneda y costos presentes siempre perdió el poder adquisitivo de la moneda cobrada en los salarios. O no.??????’
En base a dichas consideraciones es que se desarrolla en el presente la necesidad de volver a tener como fondo económico y financiero la moneda del costo presente que surge de las historias contadas y registradas en los balances contables, la proyección financiera a corto plazo y el detonante futuro que lleva a la quiebra del Estado. El Estado nacional, como el de las provincias que hoy en su desesperación amenazan para lograr fondos frescos necesarios para para el pago de los sueldos y aguinaldos del corto plazo.
Estoy interesando a mi nieto Máximo que inicie la lectura de mi libro de cabecera de los años 60 del siglo pasado, para que se vaya imbuyendo de los conceptos económicos. Dado, que el esta iniciando su carrera como Cientísta de datos.

Debido a dicha razón he acomodado el libro Curso de Economía Moderna de Paul A. Samuelson y encontré en la revisada de una lectura improvisada,
ciertos temas escritos por el profesor Powelson que vuelven a ser realidad con el paso del tiempo. El tema es desarrollado a partir de la página 34 de la obra y se refiere al ORDEN ECONÓMICO Y NO CAOS.
Dado, que la vigencia de estos conceptos emitidos por el autor entiendo se convierten en actuales Lo cual, nos sirven como medio de reflexión; razón por la que les adjunto dicha información del libro:
(Orden económico, y no caos. —Esto constituye, por sí solo, prueba convincente de que el sistema de competencia basado en los mercados y precios (sea lo que quiera en otros aspectos, y por imperfectamente que funcione) no produce el caos y la anarquía, sino que existen en él cierto orden y una línea de conducta. El sistema actúa y funciona: resuelve, sin tener inteligencia, uno de los más complejos problemas imaginables, lleno de intrincadas relaciones y de variantes desconocidas. Nadie lo proyectó, se desarrolló espontáneamente, y aunque, lo mismo que la naturaleza humana, presenta cambios, soporta, por lo menos, la primera prueba de toda organización social, puesto que es capaz de sobrevivir.
Un ejemplo dramático de la importancia de un sistema de precios lo encontramos, después de la guerra, en la Alemania occidental. En 1946-1947, el consumo y la producción se redujeron a su más mínima expresión. Ni los demoledores bombardeos de la guerra, ni el pago de las reparaciones a los vencedores podían ser la causa de este derrumbamiento. La causa era la paralización del sistema de precios. El dinero no tenía valor, las fábricas cerraban por falta de material, los trenes no circulaban por falta de carbón. El carbón no podía extraerse porque los mineros tenían hambre, ya que los agricultores se negaban a vender sus productos por dinero, y no existían mercancías manufacturadas para entregarles. Los precios se fijaron por medio de leyes; pero a esos precios poco o nada se podía comprar. Se desarrolló un mercado negro que se caracterizó por sus precios astronómicos y por el trueque. En 1948 se realiza un milagro. Una reforma completa del dinero en circulación puso de nuevo en marcha el mecanismo de los precios. Casi inmediatamente la producción y el consumo renacieron. De nuevo el qué, cómo y para quién fue resuelto por los precios y los mercados.
Lo que queremos recalcar es que eso que hemos llamado milagro está ocurriendo continuamente a nuestro alrededor. Nos daremos cuenta de ello con sólo abrir los ojos al diario funcionamiento del mercado. Un revolucionario que quisiera destruir el sistema capitalista no podría pedir nada más a propósito que una inflación o deflación que paralizara el mecanismo de los precios.
La mano invisible.—El estudiante de Economía evitará caer en el error de imaginarse que el mecanismo de los precios tiene que funcionar de manera caótica si no hay alguien que lo dirija. Una vez aprendido esto, debe cuidar de no caer en el otro extremo, que es el de enamorarse de la belleza del mecanismo de los precios, considerándolo como la perfección misma, como la esencia de lo providencialmente inconsciente y como algo en lo que no deben posar manos humanas.
Adam Smith, el sagaz escocés cuyo libro monumental La riqueza de las naciones (1776) representa el comienzo de la economía moderna o economía política, ya quedó impresionado al reconocer un orden en el sistema económico, hasta el punto de proclamar el principio místico de una mano invisible, según el cual cada individuo, al actuar en busca solamente de su propio bien particular, era guiado como por una mano invisible hasta realizar lo que había de ser más conveniente para todos, de tal modo que cualquier interferencia por parte del Estado habría de resultar casi inevitablemente perjudicial.
La realidad es que muchas de las alabanzas al sistema de competencia están fuera de lugar, porque, como hemos dicho antes, el nuestro es un sistema mixto de empresas públicas y privadas y, como veremos más adelante, es también un sistema mixto de competencia y monopolio. En resumen, no es ni blanco ni negro, sino gris y con lunares.
En uno de los muchos discursos que se le atribuyen, Bernard Shaw dijo, en forma jocosa, del cristianismo: que su único defecto es que nunca se había puesto en práctica. Jamás ha existido un siglo de oro de la libre competencia, y hoy día la competencia no es perfecta en el sentido económico, e incluso, probablemente, cada vez lo es menos, debido en gran parte a la índole peculiar de la producción en gran escala y a la técnica, a los gustos de los consumidores y a la organización comercial. Pero esto no supone que hayamos de aceptar como inevitable la tendencia hacia las grandes empresas, sindicatos, asociaciones y agrupaciones de las mismas que empezaron a surgir hacia 1890. La tarea a que estamos llamados es la de elaborar leyes y costumbres que contribuyan a mejorar el funcionamiento de nuestro sistema de competencia, que dista mucho de ser perfecto.
El sistema de precios.—¿Cómo opera el inconsciente mecanismo automático de los precios? Es fácil bosquejar las líneas principales de la competencia basada en el juego de los beneficios y de las pérdidas. Lo esencial es que todas las cosas tienen un precio, sean bienes o servicios; e incluso las diferentes clases de trabajo humano tienen precios distintos, llamados salarios.
Todo el mundo recibe dinero por lo que vende, y emplea, a su vez, este dinero para adquirir lo que desea. Si se quiere más cantidad de cualquier
producto, de zapatos, por ejemplo, habrá numerosas demandas de ellos, lo que hará subir su precio y aumentar la producción. Paralelamente, si se produce una mercancía, como el té, en cantidad superior a las necesidades de la población, su precio bajará como resultado de la competencia, y al bajar el precio la gente beberá más té y ya los fabricantes no producirán demasiado. Así se equilibrarán nuevamente la oferta y la demanda. Esto que ocurre en los mercados de bienes de consumo, ocurre también en los mercados de factores de producción, tales como el trabajo, la tierra y los bienes de capital. Si se necesitan más soldadores que vidrieros, las oportunidades de empleo serán más favorables en aquel oficio; el precio de los soldadores (su salario-hora) subirá, mientras que el de los vidrieros tenderá a bajar y, no variando las demás circunstancias, esto ocasionará una variación en la ocupación deseada. Igualmente, una hectárea de tierra baja de Puerto Rico es dedicada al cultivo de caña de azúcar si los productores de caña ofrecen el máximo para cultivarla; y la producción de maquinaria vendrá determinada también por la oferta y la demanda.
En otras palabras, con todo ello disponemos de un vasto sistema de tanteos y de aproximaciones sucesivas a un sistema equilibrado de precios y de producción. Ya veremos más adelante que cuando la demanda se ajusta a la oferta y los precios a los costes, nuestros procedimientos económicos se resuelven simultáneamente. Vamos a bosquejar brevemente las líneas esenciales del proceso:
Una especie de votación de los consumidores decide qué cosas han de producirse, y esto no se hace en elecciones que se celebran cada dos años, sino diariamente. Claro está que ese dinero que pagan en las cajas registradoras de las tiendas es el que alimentará, en último término, las nóminas, rentas y dividendos que los mismos consumidores reciben semanalmente y que constituyen sus ingresos. Así queda cerrado el círculo.
La competencia entre los distintos productores decide el cómo han de producirse esas cosas, ya que el método que resulte más barato, tanto por su coste como por su rendimiento, desbancará al procedimiento más caro, con la consecuencia de que el único camino abierto a los fabricantes para hacer frente a los precios de la competencia y para aumentar sus beneficios será reducir los costes al mínimo, adoptando con tal fin los métodos más eficaces. Así, por ejemplo, el caucho sintético se obtendrá del petróleo mejor que del alcohol, si el precio de aquél llega a estar en cierta proporción respecto al de éste, y, análogamente, se obtendrá electricidad por métodos térmicos en vez de construyendo saltos de agua mientras el precio del carbón esté por debajo de cierto nivel. La gran explotación agrícola que emplea tractores desplazará a la pequeña explotación familiar si con ellos consigue rebajar los costes de explotación.
El para quién se producen las cosas lo determinan la oferta y la demanda en los mercados de los servicios productivos; es decir, los salarios, las rentas de la tierra, los intereses y los beneficios del capital, que constituyen los ingresos de todos, respecto de cada uno y respecto de la colectividad. Claro está que el carácter de la resultante distribución de la renta dependerá grandemente de la distribución inicial de la propiedad y de las capacidades adquiridas o heredadas.
Hay que tener en cuenta que, si bien el sistema basado en la competencia es impersonal, no lo es completamente. Las familias consumidoras se encuentran con las empresas de negocios en dos terrenos distintos en los que se determinan los precios. Uno de ellos es el vasto campo donde los consumidores adquieren miles de pequeños artículos en una docena de diferentes establecimientos al por menor: fruterías, comestibles, almacenes de tejidos, espectáculos, estaciones de gasolina, compañías de electricidad, oficinas de Correos, ferrocarriles y compañías de seguros.
Pero en el otro campo—mercado de trabajo y otros servicios productivos—las relaciones no son siempre tan pacíficas, pues para la familia que gana su pan, el salario no supone simplemente un precio más, sino la diferencia entre lujo y comodidad, o entre ésta y las privaciones. Un gran consorcio puede soportar el estar parado una semana, y hasta un mes si es necesario, mientras que el obrero se encuentra en inferiores condiciones de resistencia, y puede que intente mejorar esa resistencia por medio de las uniones o sindicatos de trabajadores, con lo que, algunas veces, se ayuda a restablecer la competencia, pero otras se acentúa todavía más la falta de competencia.
Ahora bien: la anterior descripción, en que la competencia tiende a reducir el coste, es demasiado simplista. Aun suponiendo que el sistema se desenvolviese exactamente del modo descrito—lo que todos sabemos que está muy lejos de ser verdad—, no se podría considerar ideal. En primer lugar, porque los bienes van hacia donde se dispone de mayor número de votos (es decir, de dinero), con lo que el perro de un millonario puede recibir la leche que un niño pobre necesitaría para evitar su raquitismo; ejemplo en el que no cabe decir que la ley de la oferta y la demanda no funcionan, puesto que hacen precisamente lo que se les pide, que es entregar los bienes a quien paga más por ellos. Para pasar a otro ejemplo, supongamos que la invención de máquinas automáticas ocasionase una competencia en el precio del trabajo, con una consiguiente reducción de los salarios y, por tanto, de los ingresos de los pobres. ¿Sería esto justo? Por otro lado, el hecho de que un hombre herede 500 kilómetros cuadrados de terreno inculto, por los que una compañía petrolífera ofrece un millón de dólares al año, ¿acaso basta para justificar unos ingresos privados tan cuantiosos? Estas son cuestiones que se discuten diariamente en el Congreso. Una cuestión ética, que está fuera del mecanismo de la economía, es la de si la lucha competidora es la que ha de determinar totalmente los ingresos, es decir, quiénes han de sobrevivir.
Imperfecciones de la competencia.—Como hemos dicho ya, otra desventaja que afecta al cuadro del sistema de precios descrito anteriormente, consiste en el hecho de que, en el mundo real, la competencia no es nunca perfecta. Las empresas no saben cuándo van a cambiar los gustos del consumidor, y, de aquí que produzcan en exceso de unas cosas y escasamente de otras, y, cuando han comprobado por experiencia su equivocación, las cosas vuelven a cambiar. En muchos casos no es posible hacer nada para corregir
esos errores, porque, como el tiempo, son relativamente imprevisibles; pero algunos de los errores en que incurre la multitud de competidores indepen- dientes (verbigracia, los excesos en la construcción de casas, como en 1929), disminuirían en una economía caracterizada por una planificación previa, aunque claro está que, como los burócratas no son infalibles, podrían come- ter a su vez toda una serie de errores de planteo y se ocasionarían nuevos pro blemas de libertad individual. También ocurre, en un sistema de competen- cia, que muchos fabricantes ignoran simplemente los métodos de otros y los costes no descienden a un mínimo, por lo que lo mismo se puede vencer en la competencia produciendo mucho que guardando secretas una técnica.
Pero, además de todo esto, aparecen desviaciones más serias respecto de la competencia perfecta a causa de los elementos monopolísticos, que originan precios desventajosos, beneficios monopolísticos e incorrectas y derro- chadoras combinaciones de los recursos disponibles. Un monopolista no es un hombre codicioso y gordo, con un gran bigote y un puro que anda por ahí violando leyes, pues si fuese así podríamos meterle en la cárcel. Es la realidad, es alguien lo bastante importante para influir en los precios de las cosas que compra y vende. En cierto grado, eso define a cada uno de los negociantes, con la excepción, quizás, de los millones de labradores que indi- vidualmente producen sólo una fracción despreciable de la cosecha total, porque la vida económica es siempre una combinación de competencia y de elementos monopolísticos. Por eso la competencia imperfecta o monopolística es la que, en definitiva, prevalece sobre la competencia perfecta. Esto es un hecho real, no una reprobación moral.
Claro está, como veremos más adelante, que un empresario no puede establecer sus precios completamente a su gusto y obtener, además, benefi- cios, pues debe tener en cuenta los precios de los bienes capaces de sustituir a los suyos. Aun produciendo un carbón especial de propiedades únicas, habrá de contar con los precios de los demás carbones, del petróleo y del gas, e incluso del aislamiento térmico en las construcciones.
La competencia aguada y desgrasada, a la vez, al empresario. Le gusta cuando le permite extender su mercado; pero si las cosas no van a su favor se apresura a tacharla de ventajista, injusta o ruinosa. Claro que también el obrero, cuya existencia depende de la valoración que el mercado otorga a su trabajo, es el primero en protestar cuando la competencia amenaza con depreciar los salarios.
Algunos de los factores básicos responsables del monopolio son inherentes a las economías debidas a la producción en gran escala, sobre todo en un mundo dinámico donde se suceden los cambios de la técnica. Una com- petencia fragmentada entre un gran número de productores no sería suficien te en muchos sectores y, simplemente, no podría durar. Las marcas registra- das, las patentes y la propaganda son también causa de nuevos elementos monopolísticos. Así, pues, sería humanamente imposible intentar crear un sistema de competencia perfecta por medio de leyes; el problema estriba en crear una competencia razonablemente eficaz y practicable.
En la tercera parte de este libro volveremos a examinar la oferta y la demanda todavía más minuciosamente; pero, por de pronto, nos basta con las precedentes observaciones para apreciar más sensatamente la función del sistema de precios, pues nos han hecho ver los errores a que conducen ambos extremos. Un mecanismo de precios en régimen de competencia en uno de los cuales de organizar una economía, pero no el único, y resulta interesante indicar que algunos socialistas proyectan continuar utilizando el meca- nismo de los precios como parte de su nueva sociedad futura. El mecanismo de los precios no es perfecto, pero tampoco lo son los demás.
Hemos dicho previamente que nuestra economía no se basa en un perfecto sistema de precios, sino en un sistema mixto en el que los elementos estatales de control se hallan entremezclados con los elementos del mercado en la organización de la producción y del consumo. La misión económica del Estado es tan importante que hemos dedicado expresamente a su estudio los capítulos VI y VII.
Sin embargo, indicaremos desde ahora, brevemente, las líneas generales de su influencia. Los países democráticos no se contentan con las soluciones dadas por un mercado enteramente libre a las tres preguntas qué, cómo y para quién, planteadas en páginas anteriores, ya que el sistema puede con- ducir al hambre para algunas personas por falta de ingresos, en tanto que otras los perciben en exceso o insuficientemente. Por eso, el Estado con- tribuye con los precios desembolsos a suplir las insuficiencias en los ingre- sos reales o monetarios de algunos individuos, proporcionando, por ejemplo, camas en los hospitales para los ciudadanos o concediendo subvenciones mensuales a los más necesitados cuando quedan parados o llegan a viejos. El conseguir niveles de vida que alcancen un mínimo determinado constituye uno de los objetivos más generalizados de los Estados del siglo XX. Más aún: el Estado se encarga de ciertos servicios colectivos indispensables, sin los cuales no sería posible la vida en común y cuya naturaleza impide enco- mendarlos apropiadamente a las empresas privadas; servicios entre los que se encuentran la defensa nacional, la aplicación de las leyes, el mantenimiento del orden interno, y la administración de justicia. Su manera de gastar le iguala a cualquier otro gran consumidor, pues mediante sus ofertas de dinero a determinados sectores atrae hacia sí ciertos recursos, funcionando el sistema de precios lo mismo que si se tratase de necesidades individuales en vez de colectivas.
Si el Estado financiase todos sus gastos imprimiendo papel moneda o mediante interminables préstamos, el resultado vendría a ser el mismo. Pero, en realidad, la mayor parte de los gastos están cubiertos por los impuestos cobrados previamente, y aquí es donde entra un importante elemento ejerci- tivo. Desde luego que el conjunto de los ciudadanos carga el fardo de los impuestos sobre sus hombros, del mismo modo que todo ciudadano recibe su parte de los beneficios colectivos otorgados por el Estado; pero no existe aquí, entre los beneficios recibidos y el pago de los impuestos, la misma estrecha relación que se da cuando un individuo reproduce una moneda en una máquina de vender cigarrillos o efectúa una compra normal. La diferencia está en que tenemos que pagar los impuestos, queramos o no, mientras que no es obligatorio fumar Lukies o comprar medias de nylon si no se desean.
Pero es que hay, además, un segundo aspecto coercitivo importante en la universal costumbre de aprobación de las leyes que prohíben fumar opio, falsear el peso, hacer trabajar a los niños, incendiar una casa, cobrar más de lo tasado en los alimentos, etc. Estas reglas establecidas constituyen el marco dentro del cual se desarrollan las empresas privadas, y modifican también la dirección de su desarrollo. Los decretos del Estado, en unión de sus gastos y los impuestos, vienen a resultar, por tanto, tan importantes como el sistema mismo de precios en la determinación del destino económico de una nación, y es tan ocioso discutir si la empresa pública es más importante o no que la privada, como plantear la cuestión de las influencias hereditarias frente al medio ambiente, porque, sin cualquiera de aquéllas, nuestro mundo económico sería algo completamente distinto.
Finalmente, como veremos en la segunda parte, uno de los aspectos de la función estatal consiste en mitigar una de las más importantes causas de los crónicos y agudos ciclos de paro obrero. Los individuos, especialmente en las comunidades prósperas, como la nuestra, intentan ahorrar, en general, mu- cho más o mucho menos de lo que la empresa privada pueda invertir, con beneficio y utilidad, en nuevos capitales reales; lo que conducirá, como ve- remos, a la deflación o inflación y a una distorsión del ritmo de progreso, a largo plazo, de la economía. Evidentemente, el Estado debe emplear todas sus facultades fiscales y monetarias en capacitar a la empresa privada para mantener un estable y elevado nivel de empleo y para lograr una productivi- dad creciente, y entonces serán válidos los principios clásicos de la economía sobre los mercados y los precios).
Entiendo que Powelson, ha descrito con eficiencia y claridad de las reglas del juego económico fuera de los supuestos dogmáticos que llevan a situaciones de desastres.
En rigor en el paso del tiempo desde Adam Smith las instituciones y los sistemas siguen funcionando como se lo describe en las paginas precedentes.
Aunque, en el presente debemos decir que el esquema de la producción dirigida y realizada por robots ha dejado atrás el funcionamiento completo en ciertos sectores de la organización labor de las fábricas y el derecho laboral. Ahora, se necesita pensar como se impondrán impuestos a los ROBOTS, para pagar los salarios de lo operarios remanentes que trabajan en fabricas dotadas de mano de obra humana.
Con este fin es que deseo recordar la experiencia radical del Costo presente en la fijación de los precios de los medicamentos. Cuando, los actores de los mercados que se nuclean en cámaras solo se preocupan por sus intereses logísticamente en forma personal. O para salvarse de los shocks de los mercados afectados por las políticas económicas aberrantes o degeneradas en sentido social.
Que particularmente me quitaron horas de vida personal y de mi familia y la de mis empleados.
El vivir contra el reloj para obtener aumento de la linea de ventas de farmacéutica, química y agro veterinaria ante la Secretaría de Comercio era una pesada carga que caía sobre mis espaldas.
En razón que mis obligaciones y cumplimientos tenían necesidad de concreción a la brevedad absoluta siendo el responsable de la Gerencia económica de la empresa.
Dado, que los nuevos ingresos financieros dependían de la autorización otorgada por la Secretaria de Comercio de la Nación previa una analítica y especial declaración.
Donde, hasta para poder mejorar el porcentaje de aumento de los precios, nos reuníamos entre contadores y gerentes de economía de los laboratorio amigo. El caso personal con Lederle. Donde, buscábamos en conjunto criterios y caminos para acelerar las presentaciones tediosas que no nos dejan gozar la vida sino pertrechados en la oficina por 14 horas diarias de trabajo y sábados. Inclusive con el apoyo logístico de la computadora del 70 que tenía aún resabios de los procesos integrados de información manual. Así y con dolor entendí el concepto de la moneda basada en el costo presente. Que no tenía nada que ver con el costo histórico, ni el costo standard con el que valuábamos por medio de los estados contables los margenes de ganancia de las ventas. Los costos standard eran los que usaban marketing para valuar los precios de las ventas locales y de exportaciones.
Con el fin de que se pueda interpretar el valor de la moneda al costo presente es que les informo de las leyes y decretos que surgió de la mente de un médico que puso a los medicamentos frente a la disyuntiva de enfocar
el precios a costos presentes en oposición a precios calculados en valor del costo de reposición.
Política de precios y de control de medicamentos y receta según receta de medicamento genérico, 1964.
El procedimiento para controlar la rentabilidad a precios y costo presente fue adoptado e instalado para la fijación de los precios farmacéuticos en el gobierno del presidente Arturo Illia en la Argentina.
El procedimiento tuvo por fin controlar la fijación de precios abusivos y especulativos de la industria con fines de autorizar precios y margenes de rentabilidad empresarios razonables. Con la consecuencia de tener precios excesivos en la industria que afectaron el consumo de los medicamentos atentando contra precios razonables ligados al servicio vital para la salud humana.
El caso mencionado ocurrió en la época del radicalismo y fue llevado a cabo por el doctor Oñativia.
En tal caso, se puede hablar de la moneda de cálculo Oñativia que sirvió para la regulación de los precios de venta de los fármacos y productos farmacéuticos.

Para los interesados en entender dichas circunstancias con una visión del pasado y las reglamentaciones de aquellos tiempos con el fin de interpretar dicha visión con mayor precisión les invito a leer.
Luego, dicho método fue aplicado por la Secretario de comercio de la Nación en los años del 70 del siglo pasado por los gobiernos militares y peronista.
Los fenómenos de actualización permanente de los precios farmacéuticos fueron llevadas a cabo debido a los efectos graves generados por los estados de inflación persistentes que afectaron la economía argentina en especial y para muchos países. Debido a la apreciación que la elaboración de medicamentos no es solo una acción comercial y especulativa sino que atenta
contra la lucha contra la patología medica en su contexto social.
Situación que surgió debido a los efectos de la especulación del petroleo que se propagaron por todo el mundo y trasladaron dichos impactos en forma masiva y no selectiva en los costos de los productos de consumos en forma proporcional.
En la época denominada de los petro dólares.
Para fijar el precio de venta de la producción se tomaba el costo de compra de las materias primas y envases que se esperaban a precios de ultima compra en monto significativos y razonables para la producción real- última realizada.
Con lo cual, los precios estaban controlados por la Secretaria de Comercio para los aumentos masivos e indiscriminados para todos los productos del laboratorio. El procedimiento citado se aplicaba para el pedido de precio de nuevo productos desarrollados para su salida al mercado. En cambio, la Secretaria de comercio estableció en dicha circunstancia que los costos de los medicamentos que se determinaban para fijar los precios de venta debían basarse en el precio de la última compra de drogas o materiales (lote normal de compra) para una producción regular para la fijación de los precios de ventas de los fármacos. Considerando el nivel de producción logrado en el último periodo de fabricación.
En el citado procedimientos se fijaba la aplicación de la rentabilidad del área farmacéutica como un porcentaje alrededor del 15 % del valor de costo del producto. Dado, que se entendía que el precio del medicamento no puede ser una determinación especulativa irresponsable orientado por las utilidades de mercadeo con fines meramente especulativos.
Con lo que se formaban las listas de precios al valor presente sin que estos precios pudieren ser alterados hasta que se aprobará una nueva presentación de aumentos de costos.
El sistema Oñativia definía que se debían definir los costos de los insumos a precios de última compra y los gastos generales, financieros y fiscales del último periodo. En época, en que aún estaba en vigencia el impuesto a las ventas y que los medicamentos estaban exentos en dicha carga fiscal.
En dichos casos, cuando la situación era negativa se permitía el ajuste de los precios de venta acorde a una tasa de rentabilidad normal.
De esta forma se media el grado de racionabilidad de los precios respecto al costo presente. Donde, en junio 2024 en la discusión de la ley de bases en el parlamento argentino algún diputado ha sostenido que había margenes de ganancia que están alrededor del 500 % sobre el costo de reposición estimado.
Con lo cual no podía en aquella época ni lo pueden hoy en Argentina comprar los medicamentos necesarios las personas para realizar sus tratamientos. . Dado, la precarización de los salarios, de épocas del nivel de pobreza que oscila arriba del 50 % y un nivel de indigencia extraordinarios en aquella época citada. . Ni, que aún distan hoy muchos asalariados y jubilados con su poder poder de compra. Que se proyecta continuar por ahora con un salario razonable ni para realizar las compras normales.
La secretaria de Comercio en aquellos años regulaba el margen de utilidad del sector definiendo el precio de venta de los fármacos con el costo presente
de materias primas y envases y el gasto real al momento de la presentación al ministerio de la petición de aumento de costos.
No en base a determinaciones de precios y costos especulativos y con criterios de optimización extraordinaria de la rentabilidad empresaria.
Con lo cual, no se permitían ajustes de precios que fueran calculados en base a precios especulativos o de elucubraciones de resultados que surgían de manejo de mercados, en condición de competencia monopólica.
De esta forma los laboratorios podían ajustar sus precios de venta con un margen de rentabilidad razonables a costos y precios de venta presente y compatibles acorde al momento histórico definido.
Aspecto, que debiera ser considerado en situaciones de alta especulación y aumento de precios de los medicamento vitales en periodos críticos. O en el caso, que la alta especulación debido a una conducta especulativa en las condiciones actuales de la sociedad llegan a no permitir el consumo de los fármacos, sino solo para los altos ingresos. Dado, que las obras sociales están en pleno plan de restricción del pago de los remedios.
Cuando, las compras de medicamentos se orientan solo para los consuman de ciertos niveles de ciudadanos de alto poder adquisitivo.
En el hoy Julio de 2025, estamos viviendo una estabilización forzada de la economía con bajos salarios debido a la pérdida del poder adquisitivo sufrido en el tiempo por los salarios y las jubilaciones y pensiones, en su carácter de ajuste obligado para encontrar el equilibrio económico de una panacea ilusoria para algunos y no para todos.
En algunos casos los precios de los salarios suben en dólares debido a la baja administrada del tipo de cambio para el dólar entre límites de alta y bajo del piso determinado como bandas. Lo cual, no significa que exista una cotización libre de las monedas extranjeras.
¿Se resolverá por las empresas y el Estado la caída estrepitosa del poder adquisitivo de los salarios actuales?
En el día de hoy, estando en un kiosko, entran al mismo dos jóvenes y piden que se les proporcione un pancho caliente. Le comenta al dueño si desean alguna coca cola y estas personas responde que no y que solo quieren comprar un solo pancho. Lastimoso,la situación de pobreza argentina. Es muy usual, que clientes deseen compras cosas que vale $ 300 y la gente no tiene efectivo. El kioskero por razones no desea recibir el cobro por medios electrónicos. Esta situación la he observado varias veces durante mi permanencia en el citado lugar
Para mayor información sobre las normas aplicadas en la ley Oñativia se detalla a continuación el resumen de las disposiciones y la fórmula de cálculo de costos y determinación de los precios.
Se informa:
La Ley Oñativia (Ley N.º 16.463, sancionada en 1964 en Argentina) es una normativa histórica que estableció la regulación estatal sobre los medicamentos, bajo la gestión del entonces Ministro de Salud, Dr. Arturo Oñativia. Esta ley reguló no solo la producción y comercialización de medicamentos sino también su precio y denominación genérica. Aunque la ley misma no incluye fórmulas explícitas de cálculo de precios en su articulado, sí se estableció un sistema técnico-administrativo de control de precios, el cual se aplicó mediante resoluciones ministeriales y decretos complementarios.
📌 ¿Qué establecía la Ley Oñativia respecto a los precios?
La ley planteaba que el Estado debía intervenir activamente en la fijación de los precios de los medicamentos para proteger el acceso de la población. Esto se hacía a través de:
- Obligación de declarar costos de producción.
- Control del margen de ganancia de laboratorios.
- Comparación con precios internacionales.
- Promoción del uso de medicamentos genéricos.
🧮 ¿Cómo se calculaban los precios? (Esquema técnico usado en resoluciones posteriores a la ley)
Aunque la ley no fija una fórmula matemática, el sistema que se utilizó bajo la implementación de Oñativia se basaba en el siguiente esquema técnico de cálculo:
✅ Fórmula orientativa del cálculo de precio bajo la Ley Oñativia:
Precio Máximo de Venta = Costo de Producción + Costo de Distribución + Margen de Ganancia Regulada
1. Costo de Producción (CP):
Incluye:
- Materia prima (ingredientes activos e inactivos)
- Costos de formulación y fraccionamiento
- Costos indirectos de fabricación
- Mano de obra industrial
✅ Los laboratorios estaban obligados a declarar estos costos al Ministerio de Salud.
2. Costo de Distribución (CD):
Incluye:
- Empaque
- Transporte
- Marketing (limitado por el Estado)
- Costos administrativos del canal de distribución
💡 Estos también debían ser informados por los laboratorios, y el Ministerio podía auditar y limitar ciertas erogaciones como la publicidad excesiva.
3. Margen de Ganancia (MG):
Se fijaba un porcentaje máximo permitido sobre el costo declarado (habitualmente entre el 10% y el 20%, según el tipo de medicamento).
Este margen:
- No era libre.
- Variaba según el medicamento (vital, esencial, complementario, etc.)
- Podía reducirse si el producto era monopólico.
🔎 Ejemplo hipotético simplificado
Supongamos un medicamento que tiene:
- Costo de producción (CP): $100
- Costo de distribución (CD): $50
- Margen de ganancia permitido (MG): 15% sobre (CP + CD)
Cálculo:
Precio Máximo=(100+50)+0.15×(100+50)=150+22.5=172.5\text{Precio Máximo} = (100 + 50) + 0.15 \times (100 + 50) = 150 + 22.5 = \boxed{172.5}Precio Maˊximo=(100+50)+0.15×(100+50)=150+22.5=172.5
📚 Sustento técnico-normativo
Aunque el esquema fue impulsado por la Ley 16.463, los cálculos específicos se normaron por decretos y resoluciones ministeriales, en particular:
- Decreto 9763/64: reglamentario de la Ley Oñativia.
- Resoluciones del Ministerio de Salud (1964–1966): obligaban a los laboratorios a declarar los precios de transferencia, costos, insumos importados, y fijaban precios máximos para principios activos esenciales.
🧠 Otros criterios complementarios
- Precios internacionales: se usaban como referencia para detectar sobreprecios locales.
- Se controlaban los precios de importación de las drogas que ingresaban a Argentina y otros países que por convenio entre las aduanas informaban los costos en cada país para las drogas comercializadas en forma internacional.
- Clasificación terapéutica: medicamentos esenciales tenían precios más regulados.
- Estudios de bioequivalencia: aunque en esa época no se usaban sistemáticamente, sí se impulsaba la sustitución por genéricos.
📌 En resumen:
| Componente | ¿Cómo se estimaba? |
|---|---|
| Costo de Producción | Declarado por laboratorio y auditado |
| Costo de Distribución | Estimado según prácticas aceptadas, con topes |
| Margen de Ganancia | Fijado por resolución, entre 10% y 20% |
| Precio Final | Suma de los anteriores con tope oficial |
Los actores del tema social y económica en la producción de medicamentos en la Argentina del pasado y el presente están ligados a la Cámara Industrial de Laboratorios Farmacéuticos Argentinos (CILFA) y la Cámara Argentina de Especialidades Medicinales (CAEME). CILFA representa a los laboratorios industriales, mientras que CAEME agrupa a los laboratorios de investigación y desarrollo de medicamentos.
¿La reflexión sobre este tema radica en definir si la función del remedio tiene por fin ser un equilibrante de la salud personal y social o para ser orientada solo por el sentido de la ganancia máxima y el mercadeo libre?
0 se debe considerar el costo del específico medicinal como un bien de carácter social para la salud de la población. Donde, se pueda arbitrar la libertad de producción adecuada a la moneda del costo presente acorde a la razonabilidad del bolsillo del consumidor enfermo para lograr el destino de la mejora de la salud y el combate de las patologías.
O solo pensar a la producción y venta de los remedios en función de la maximación de la ganancia a costos de reposición que no pueden ser financiados por la moneda endeble de los salarios. Hoy ni nunca en las situaciones vigente tan desastrosas.
¿ Es la salud el bien supremo de una sociedad organizada y ética o se debe dejar librado este espacio a la libre especulación en forma irrestrica ?
¿Usted puede pensar y definir este enfoque.
El tema, es que los sanos debemos pensar para los ancianos y los enfermos que tienen la obligación de padecer cuando el bolsillo no alcanza para precio insólitos de los salario y jubilaciones degenerados.
A continuación se presenta un debate entre dos periodistas para definir o poder entender las reflexiones sobre el tema de la moneda costo presente por medio de reflexiones entre dos periodistas..