
Deseo expresar en primer término que la motivación en la generación del presente se debe a la colaboración de la Contadora Sara Diana Telias. Que me envió, mediante, el uso de la aplicación de IA. Acorde al uso de la tecnología usada por la profesional. que se plasmo en el trabajo que le envié respecto al trabajo Moneda homogénea: https://teoriageneraldelosdesequilibrios.com/2025/04/27/moneda-homogenea/
El trabajo realizado por la IA , en la aplicación que uso la Contadora y que me acerco se puede leer a continuación:
CON EL CRITERIO DEL AUTOR según el cual no existe una moneda «homogénea», qué solución habría para mantener el valor adquisitivo de una renta por alquiler de inmueble
El chat respondió:
«Muy buena pregunta. Según el criterio del autor, que sostiene que no existe una moneda homogénea ni neutral —es decir, que el valor del dinero varía constantemente en el tiempo y en el espacio—, una renta fija en dinero pierde sentido como referencia estable para preservar el valor adquisitivo.
Bajo ese enfoque, aquí van tres soluciones posibles que serían coherentes con el pensamiento del autor para mantener el poder adquisitivo de una renta de alquiler:
1. Indexación por una unidad de valor real (por ejemplo, canasta básica o índice de costos)
- Ajustar el valor del alquiler mensualmente o trimestralmente en función de un índice directamente ligado a precios de bienes reales como:
- El índice de precios al consumidor (IPC).
- Una canasta básica de consumo real (alimentos, energía, transporte).
- Costos de mantenimiento o construcción (que reflejan mejor el valor del inmueble).
- Esto reduce el efecto de la deshomogeneización monetaria, porque traslada los cambios del entorno económico al valor del alquiler.
2. Renta en especie o en valores reales (cuasi-barter)
- Pactar la renta en unidades físicas o productivas (ej. kilogramos de soja, litros de combustible, horas de trabajo calificado).
- Es poco común pero refleja con mayor fidelidad el enfoque del autor, quien enfatiza que la moneda no es estable y que los valores reales están debajo del «manto monetario».
3. Ajustes automáticos por una moneda extranjera o combinada
- Establecer el contrato en moneda dura (como el dólar), o en una combinación ponderada de monedas y bienes, como una cesta (por ejemplo: 50% dólar + 25% IPC + 25% costo construcción).
- Esto intenta neutralizar las distorsiones de una única moneda, aunque tampoco garantiza homogeneidad perfecta.
Conclusión:
No se trata de evitar la deshomogeneidad —que es inevitable—, sino de construir mecanismos de ajuste que reconozcan su existencia. El autor sugiere que ignorar esa variabilidad lleva a errores económicos, sociales y contables. Por eso, una renta que se actualice con referencias múltiples o indexadas a variables reales sería la opción más fiel a su lógica.
¿Te gustaría que redacte un modelo de cláusula de contrato con este criterio aplicado?»
Le dije que sí y me contestó:
«Perfecto. Aquí te dejo un modelo de cláusula contractual para alquiler de inmueble, redactada según el criterio del autor, con enfoque en preservar el poder adquisitivo ante la falta de homogeneidad monetaria:
Cláusula de Actualización de Renta – Mecanismo de Preservación del Valor Real
Cláusula N° X – Actualización de la Renta:
Las partes acuerdan que el monto mensual de la renta pactada no constituye una suma fija en moneda de curso legal, sino que representa un valor económico real cuya finalidad es mantener el poder adquisitivo del ingreso generado por el inmueble.
En virtud del carácter no homogéneo de la moneda nacional y su continua pérdida de valor adquisitivo, la renta se ajustará automáticamente cada tres (3) meses conforme al siguiente criterio combinado:
- 50% según la variación del Índice de Precios al Consumidor (IPC), publicado por el INDEC u organismo que lo reemplace.
- 25% según la variación del Índice del Costo de la Construcción, también publicado por el INDEC.
- 25% según la variación del tipo de cambio oficial del dólar estadounidense (BCRA tipo vendedor).
El ajuste resultará de aplicar un coeficiente promedio ponderado sobre el valor de la renta del trimestre anterior. En caso de que alguno de los índices mencionados no se publique, se utilizará un índice sustitutivo de características similares, de común acuerdo entre las partes.
Este mecanismo tiene como objeto preservar el equilibrio económico del contrato frente a los efectos derivados de la deshomogeneización monetaria, evitando distorsiones en la retribución del uso del bien.»
Gracias a dicha motivación de la contadora Sara Diana Telias, mis enfoques personales y la colaboración del licenciado en física Agustín Caputo Bugallo. Se ha realizado un nuevo trabajo por medio de la IA, que se refiere a algunos puntos especiales:
1. Imposibilidad de una moneda homogénea a nivel nacional e internacional
2. Distorsiones del poder adquisitivo: impacto regional y social
3. Impacto de políticas monetarias y comerciales internacionales en la estabilidad monetaria
4. ¿Soluciones desde las criptomonedas? Ventajas y límites
5. Moneda homogénea temporal dinámica: ¿solución contable viable?
Deseo destacar que las generaciones de las conclusiones de la IA, que invito a leer por este. La IA lo realizo teniendo en cuenta, mis puntos de vista. La literatura de FACPE en lo contable, apreciaciones económicas en diversos países, moneda Bit coin (MCC en mi opinión), la historia de los cambios generados en el orden mundial, sobre la organización de la moneda en el orden internacional y en la Argentina. Lo cual, según mi opinión como ex profesor de Política económica condicen con los hechos reales ocurridos.
Deseo destacar que las apreciaciones generadas por la IA,referente a la aplicación de la Moneda mmmmmm que he sugerido para fines monetarios, en el sentido económico de la moneda internacional y nacional y como forma de análisis de los Estados contables se lograron por razonamientos muy fundados. . Donde, las deducciones realizadas por el sistema IA tienen brillantes en sus elucidaciones y posibilidades futuras. Donde, no se deja de destacar los inconvenientes para la futura aplicación de dicho método sugerido. El cual, ha sido una réplica de otro trabajo presentado en un Concurso internacional en los años de 80 del siglo pasado.
En el aspecto del las conclusiones sobre el tema de la eficiencia que se generaría en la aplicación de la IA en interfase entre el cerebro humano y el electrónico en tiempo real. Esto se puede apreciar :
https://drive.google.com/file/d/1FcaAU9cGXAAwNXLFmggKZ_HZ14N9B-g2/view
Donde, pese a la superioridad del cerebro humano y su evolución desde el cerebro animal primigenio. Hoy estamos llegando a la revolución universal de la forma del conocimiento, el trabajo y la búsqueda de la perfección de la sapiencia.
Debido, a la potencialidad del uso del hardware y la sofisticación tecnológica del avance de la programación.
Donde, no se dejaron de destacar las apreciaciones que generan las
conductas de egoismos y ventajas que los Estados grandes pretenden logran sobre los de menor peso.
Para la lectura del trabajo generado por la IA en las nuevas condiciones ir a:
Moneda homogénea: análisis de cinco puntos críticos
Introducción: En contabilidad y economía se suele asumir la moneda homogénea como una unidad de medida estable, de igual poder adquisitivo en todo momento y lugar. Sin embargo, en la práctica esta condición rara vez se cumple. La moneda real (por ejemplo, el peso argentino) sufre distorsiones en su valor por inflación, diferencias regionales de precios, políticas monetarias y otras variables que impiden que un peso o un dólar representen siempre el mismo valor económico. A continuación, se analizan cinco puntos críticos asociados a la noción de moneda homogénea, los conflictos que plantean y posibles soluciones.
1. Imposibilidad de una moneda homogénea a nivel nacional e internacional
Lograr que una moneda mantenga valor homogéneo en el tiempo y entre distintos países es prácticamente imposible debido a factores económicos, sociales y técnicos. Económicamente, ninguna moneda conserva un poder adquisitivo constante: todas sufren inflación o deflación a lo largo del tiempo, lo que significa que su valor real varía. En teoría monetaria se habla de moneda neutral para referirse a un dinero hipotético que no distorsiona los precios relativos ni la economía; pero en la realidad “no existe una moneda puramente neutral”, y por tanto ninguna unidad monetaria es completamente estable en términos de valor. Según un análisis, la ausencia de moneda neutral es el factor esencial tras la inexistencia de moneda homogénea como patrón de valor absoluto. Esto quiere decir que el dinero siempre termina afectando las variables económicas (producción, precios, salarios, etc.), rompiendo la idea de neutralidad.
Desde el punto de vista contable, asumir la homogeneidad monetaria es problemático en entornos inflacionarios. Por ejemplo, en Argentina durante décadas de alta inflación, los estados financieros debieron expresarse en moneda constante (ajustada por inflación) para evitar distorsiones graves. La legislación profesional argentina reconoce que no ajustar los valores contables por inflación produce información “totalmente distorsionada”. De hecho, moneda homogénea en contabilidad se define justamente como aquella expresada en moneda de poder adquisitivo de la fecha de los estados contables (moneda de cierre). En otras palabras, solo actualizando todos los importes a una misma fecha (eliminando la inflación acumulada) se puede aproximar la homogeneidad. Si esto es necesario dentro de un mismo país, más difícil es lograr homogeneidad entre monedas de distintos países.
Social y políticamente, cada nación emite y controla su propia moneda buscando beneficios locales, lo que impide una moneda homogénea global. Los gobiernos suelen resistir ceder el control monetario, ya que emitir moneda conlleva poder (señoreaje, influencia económica). Un caso ilustrativo fue la creación del euro: implicó que diversos países renunciaran a sus monedas nacionales para adoptar una moneda única. Aún así, el euro enfrenta tensiones internas porque las economías miembro son distintas; la política monetaria única no se ajusta perfectamente a las necesidades de cada país, evidenciando las dificultades de homogeneizar la moneda incluso en un entorno regional integrado. A nivel mundial, John M. Keynes propuso en 1944 la creación de una moneda internacional neutral llamada “bancor” para facilitar el comercio global sin la hegemonía de una moneda nacional. El bancor sería una divisa supranacional aceptada por todos y ajustada para mantener equilibrios, actuando como referencia estable. Sin embargo, la idea no prosperó en Bretton Woods, imponiéndose en cambio el dólar estadounidense como moneda de reserva global. Esto muestra que, aunque teóricamente deseable, una moneda verdaderamente homogénea y universal choca con intereses nacionales y estructuras existentes. Cada país persigue su propia política monetaria, generando inevitablemente brechas de valor entre monedas. Incluso dentro de una misma moneda, episodios de fuerte inflación obligan a reconversiones y cambios nominales (por ejemplo, la eliminación de ceros en distintas versiones del peso argentino), rompiendo la continuidad de la unidad de cuenta. En resumen, las condiciones económicas dinámicas y la falta de una autoridad mundial única hacen impracticable lograr una moneda homogénea perfecta a escala nacional o internacional.
2. Distorsiones del poder adquisitivo: impacto regional y social
La inflación y otras distorsiones erosionan el poder adquisitivo de la moneda de forma desigual según la región geográfica o el estrato social, impidiendo una medida uniforme del valor económico. Dentro de un mismo país, los precios de bienes y servicios pueden variar ampliamente de una zona a otra. Factores como costos de transporte, disparidad en costos de producción locales, nivel de ingresos de la población y grados de competencia producen precios diferenciales por región. En Argentina, por ejemplo, el precio de un producto básico en Buenos Aires puede ser muy distinto al del interior del país. El artículo “Moneda homogénea” menciona que los costos de producción y precios “no son homogéneos en todo el país, sino diferenciales por zonas productivas, por empresas, etc.”. Un caso citado es el de una famosa pizzería en un barrio céntrico de Buenos Aires cuyo precio duplica al de pizzerías en otras zonas, debido a la disposición a pagar de un público de mayor ingreso. Esto implica que $1000 pesos no compran lo mismo en todas partes: el valor real de la moneda depende del contexto local.
Del mismo modo, distintas clases sociales experimentan la pérdida de poder adquisitivo de forma heterogénea. Los hogares de menores ingresos destinan una proporción mayor de su gasto a bienes esenciales (alimentos, transporte, servicios básicos) que suelen registrar aumentos de precio más altos que el promedio. Así, la inflación actúa como un “impuesto a los pobres”, reduciendo más drásticamente su capacidad de compra. En 2023, Argentina registró una inflación general cercana al 165% anual, pero la inflación en alimentos y bebidas alcanzó 251% ese año. Este encarecimiento desproporcionado de la canasta básica golpeó a los sectores más vulnerables y se reflejó en un aumento de la indigencia y la pobreza extrema. Mientras tanto, quienes poseen activos ajustados (dólares, inmuebles, etc.) o ingresos indexados pueden mitigar mejor la pérdida de valor de la moneda. Así, la misma unidad monetaria rinde diferente según la situación socioeconómica de cada agente.
También a escala internacional existen distorsiones: el poder adquisitivo de una moneda frente a otra no se equipara simplemente por el tipo de cambio nominal. La teoría de la Paridad de Poder Adquisitivo (PPA) indica que en el largo plazo los tipos de cambio tienden a reflejar diferencias de precios entre países, pero en la práctica hay muchas fricciones (costos de transporte, bienes no transables, impuestos, etc.) que impiden una igualdad perfecta. Por eso surgen indicadores como el Índice Big Mac –que compara el precio de la misma hamburguesa en distintos países– evidenciando qué tan distinto es el valor real de $1 dólar en cada economía. Por ejemplo, con un dólar se pueden comprar muchos más bienes en India que en Estados Unidos, lo que revela diferencias en niveles de precios locales. Estas brechas de poder adquisitivo son precisamente lo opuesto a la homogeneidad monetaria.
En síntesis, las distorsiones espaciales y sociales (inflación geográficamente variable, distinta composición de consumo por clase social, estructura de mercados locales) hacen imposible medir uniformemente el valor económico con la moneda corriente. Un peso no vale lo mismo para un habitante urbano de altos ingresos que para un habitante rural de bajos ingresos, ni tampoco vale lo mismo en 2025 que en 2015. Esta realidad atenta contra la comparación homogénea de magnitudes económicas en el espacio y en el tiempo.
3. Impacto de políticas monetarias y comerciales internacionales en la estabilidad monetaria
Las decisiones de política económica de los países líderes –como las tasas de interés fijadas por la Reserva Federal de EE.UU. o la imposición de aranceles comerciales– tienen un fuerte impacto en la estabilidad de las monedas a nivel global, dificultando aún más cualquier homogeneidad. En un mundo interconectado, ninguna moneda flota en aislamiento: cambios en las condiciones financieras de una gran economía se transmiten al resto mediante flujos de capital, precios de commodities, comercio, etc.
Un caso reciente fue la política comercial agresiva de EE.UU. en 2018-2019, cuando el gobierno de Donald Trump elevó abruptamente los aranceles a las importaciones (iniciando una “guerra comercial”, especialmente con China). Estas medidas desequilibraron el sistema de comercio internacional y generaron presiones inflacionarias. El propio presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, advirtió que los aranceles de Trump “conducen a la inflación y la recesión en EE.UU., y con mayor énfasis aún para todos los otros países involucrados”. Es decir, el efecto no fue solo doméstico: muchos países sufrieron encarecimiento de insumos, represalias comerciales y volatilidad en sus monedas debido a estos aranceles. Acciones unilaterales de este tipo rompen cualquier intento de coordinación monetaria global –no existe una “moneda neutral” en EE.UU. bajo tales choques, sino una “moneda aneutral” con implicancias internas e internacionales serias, señala el análisis–. En tales condiciones resulta imposible aspirar a una moneda homogénea mundial, ni siquiera de forma ilusoria. La estabilidad global mínima se ve socavada por decisiones discrecionales que alteran flujos comerciales y financieros.
Por otro lado, la política monetaria estadounidense impacta a todo el mundo a través del dólar. Cuando la Fed modifica la tasa de interés de referencia, desencadena movimientosde capital internacionales: si sube la tasa, invertir en dólares resulta más atractivo y el capital suele retirarse de mercados emergentes, provocando depreciación de sus monedas y presiones inflacionarias en esos países. Este fenómeno se observó en múltiples episodios, desde el “taper tantrum” de 2013 hasta el ciclo de alzas de tasas de 2022. Estudios del propio Fed reconocen que en eventos poscrisis, “las monedas de economías emergentes se depreciaron notablemente frente al dólar cuando aumentaron las tasas de interés de EE.UU. en un contexto de presiones inflacionarias”. Por ejemplo, en 2022 el índice del dólar subió ~18% y varias divisas emergentes cayeron significativamente. En Argentina, la suba de tasas de la Fed aquel año contribuyó a la fuga de capitales y a una devaluación acelerada del peso, exacerbando la inflación local.
Además, decisiones como las intervenciones cambiarias, controles de capital o expansiones cuantitativas (QE) en economías centrales repercuten globalmente. Un exceso de liquidez en dólares o euros puede impulsar burbujas en mercados emergentes; a la inversa, un endurecimiento monetario drena dicha liquidez y genera crisis de balanza de pagos en países vulnerables. Todo esto quiere decir que la estabilidad monetaria global es frágil y está sujeta a las políticas de unos pocos actores clave, que suelen anteponer sus objetivos domésticos. La falta de coordinación internacional –y a veces, como en el caso de los aranceles extraordinarios de Trump, el abierto conflicto comercial– impide que se configure un sistema monetario homogéneo. Ni siquiera un organismo multilateral como el FMI ha logrado instaurar una disciplina común más allá de ciertas recomendaciones: cada banco central actúa según su conveniencia, produciendo “perturbaciones generadas desde EE.UU.” u otros centros, que dificultan encontrar “un índice general” o referencia estable para una moneda global uniforme.
Históricamente se intentaron mecanismos para dar mayor estabilidad y homogeneidad al sistema monetario internacional –el patrón oro en el siglo XIX, el acuerdo de Bretton Woods de 1944 que fijó tipos de cambio al dólar respaldado por oro, o la propuesta del bancor mencionada–, pero todos tuvieron limitaciones. El patrón oro colapsó entre guerras; Bretton Woods duró hasta 1971 cuando EE.UU. abandonó la convertibilidad oro-dólar; y hoy el régimen es de flotación cambiaria con el dólar como moneda predominante, lo que significa que las demás monedas viven ajustándose y desequilibrándose en mayor o menor medida frente a esta referencia. En suma, las políticas monetarias y comerciales de las potencias añaden volatilidad e inequidades al sistema, imposibilitando una moneda homogénea global. Para un país pequeño, su moneda no solo depende de sus propias políticas sino de las decisiones externas: un “vientre blando” en un océano de vaivenes internacionales.
4. ¿Soluciones desde las criptomonedas? Ventajas y límites
La aparición de las criptomonedas ha reabierto el debate sobre formas alternativas de dinero que no dependan de bancos centrales nacionales. Monedas digitales como Bitcoin fueron concebidas, en parte, como monedas neutrales no estatales, es decir, activos globales descentralizados que ningún gobierno puede manipular a voluntad. En teoría, una criptomoneda ampliamente aceptada podría funcionar como unidad homogénea internacional, ya que las transacciones se registran en una red única y su valor no estaría ligado directamente a políticas locales. De hecho, se ha sugerido que “hay un papel para una moneda neutral no estatal” en el futuro. Bitcoin, por ejemplo, tiene emisión limitada (21 millones de BTC), lo que la haría inmune a la inflación arbitraria; y su red es global, permitiendo transferencias instantáneas entre países sin necesidad de conversiones cambiarias.
Ventajas potenciales: Para ciudadanos de economías inestables (como Argentina), criptomonedas como Bitcoin o stablecoins (monedas estables) ofrecen una vía para proteger el valor de sus ahorros y escapar a la depreciación de la moneda local. En Argentina se ha popularizado el uso de stablecoins vinculadas al dólar (USDT, DAI, etc.) como refugio frente a la inflación y el control de cambios. Al no estar emitidas por el Banco Central argentino, no sufren la misma pérdida de poder adquisitivo que el peso; su cotización sigue al dólar en mercados paralelos, brindando cierta homogeneidad de valor para quienes las utilizan. Además, las criptomonedas no distinguen fronteras: un bitcoin tiene el mismo valor de mercado en Europa o Asia que en Sudamérica (salvo arbitrajes puntuales), lo que contrasta con la disparidad entre monedas nacionales. Esta ubicuidad podría favorecer su rol como moneda homogénea internacional de facto.
Limitaciones y conflictos: Pese a sus ventajas teóricas, las criptomonedas enfrentan obstáculos serios para constituirse en solución plena a la falta de homogeneidad monetaria. Primero, la extrema volatilidad de monedas como Bitcoin impide que funcionen hoy como una unidad de cuenta estable. Por ejemplo, “el precio del bitcoin se desplomó en 2022 y perdió un 60% de su valor” en pocos meses, para luego duplicarse al alcanzar nuevos máximos en 2024. Fluctuaciones de tal magnitud superan por mucho la inflación de la mayoría de las monedas fiduciarias, haciendo a Bitcoin poco confiable para fijar precios de bienes corrientes (un comerciante no puede cambiar sus listas a diario según sube o baja BTC). Las monedas estables surgen precisamente para corregir esto: son tokens vinculados a activos “duros” o divisas estables (como el dólar) mediante reservas o algoritmos, con el fin de “mantener un valor financiero constante y prevenir la volatilidad” típica de criptos como Bitcoin. Stablecoins como USD Tether (USDT) o USD Coin (USDC) logran cotizar casi 1 a 1 con el dólar, ofreciendo un resguardo contra la inflación local en países como Argentina y una base más uniforme de valor en el corto plazo. No obstante, su estabilidad depende finalmente del dólar estadounidense (u otro respaldo), con lo cual trasladan la cuestión de homogeneidad al desempeño de esa moneda fiduciaria subyacente. Además, su adopción global aún es incipiente y se enfrentan a posibles prohibiciones o regulaciones que limitan su alcance.
Otro punto crítico es la adopción masiva: para que una criptomoneda sirva como moneda homogénea, debe ser ampliamente aceptada como medio de pago y unidad de cuenta. Hoy, pese al crecimiento del ecosistema cripto, la mayoría de las transacciones cotidianas en el mundo siguen denominadas en monedas nacionales. Incluso en El Salvador, donde Bitcoin es moneda de curso legal, la economía real funciona mayoritariamente en dólares debido a la preferencia de la población. Mientras los precios de bienes y salarios no se expresen directamente en Bitcoin u otra cripto, no se alcanzará la homogeneidad deseada en la medición de valor –las criptos seguirán siendo más un activo de inversión o reserva que una moneda operativa. A esto se suma la incertidumbre regulatoria: los gobiernos podrían imponer trabas a la circulación de criptomonedas si las ven como amenaza a la soberanía monetaria (muchos “titulares, como China y Estados Unidos, podrían estrangular [una moneda neutral no estatal] para fortalecer sus propias posiciones”). Esta tensión entre la visión libertaria de un dinero neutral global y el interés de los Estados es permanente.
En conclusión, las criptomonedas aportan ideas novedosas para lograr dinero más homogéneo –descentralización, oferta limitada, alcance global– y han dado alivio a individuos en contextos de alta inflación. Sin embargo, no constituyen una panacea inmediata. Bitcoin cumple con ser universal y ajeno a políticas locales, pero falla en estabilidad; las stablecoins aportan estabilidad de corto plazo, pero dependen de monedas fiduciarias y su aceptación aún es parcial. Es posible que en el futuro, con mayor desarrollo tecnológico y acuerdos internacionales, alguna forma de moneda digital global encuentre un rol más prominente. Por ahora, sirven como herramienta complementaria para mejorar la situación (por ejemplo, dolarización informal vía stablecoins en economías inestables), pero no han reemplazado la unidad de medida tradicional necesaria para contabilidad homogénea.
5. Moneda homogénea temporal dinámica: ¿solución contable viable?
Dada la imposibilidad de una moneda estable “absoluta”, una propuesta es adoptar una “moneda homogénea temporal dinámica”: es decir, una unidad de medida monetaria que se vaya reajustando continuamente para reflejar los cambios de poder adquisitivo, permitiendo comparar valores económicos en el tiempo de forma más uniforme. En la práctica, esto equivale a expresar las magnitudes económicas en moneda constante de algún período de referencia o en unidades indexadas que se actualizan con la inflación.
Los economistas y contadores desde hace mucho emplean métodos para homogeneizar temporalmente la moneda. Un método estándar es usar precios constantes: por ejemplo, el PIB real se calcula en precios de un año base (eliminando la inflación) para poder comparar crecimiento entre años. Del mismo modo, en contextos inflacionarios se re-expresan estados financieros al cierre del ejercicio. Las Normas Internacionales de Información Financiera (NIIF/IFRS) exigen que, en economías hiperinflacionarias, los estados contables se presenten en términos de la unidad de medida vigente al final del período (moneda de poder adquisitivo del cierre) para reflejar cifras homogéneas. Argentina, tras años de inflación sostenida, restableció en 2018 el ajuste integral por inflación contable: ello implica actualizar todos los rubros del balance y resultados por un índice de precios para que queden medidos en la misma unidad monetaria (pesos de diciembre 2023, por ejemplo). Estos mecanismos son, en esencia, formas de crear unamoneda homogénea “artificial” a posteriori, corrigiendo la moneda nominal por las variaciones en su valor.
Un ejemplo concreto de moneda homogénea dinámica lo brinda Chile con la Unidad de Fomento (UF). La UF es una unidad de cuenta indexada a la inflación, creada en 1967, cuyo valor en pesos chilenos se actualiza diariamente según la variación del Índice de Precios al Consumidor. De este modo, 1 UF mantiene constantemente su poder adquisitivo: si hay inflación de 1% en el mes, la UF sube 1% en pesos. En palabras del Banco Central de Chile, “la UF es una unidad de cuenta para expresar precios reajustados a la inflación, es decir, el valor ‘actualizado’ de la moneda”. Muchos contratos de largo plazo (alquileres, créditos hipotecarios, seguros, matrículas) se denominan en UF, evitando que la inflación distorsione sus valores a través del tiempo. Si bien la UF no circula físicamente como billete, cumple el rol de una moneda de medida estable en el tiempo. En Argentina se tuvo una experiencia parecida con las UVA (Unidades de Valor Adquisitivo) para préstamos hipotecarios, ajustadas por CER (inflación), aunque su utilización generó polémicas por el descalce entre evolución de salarios e inflación.
La idea de una moneda homogénea dinámica implica atarnos a un índice: en vez de medir en pesos corrientes, medir en pesos constantes de hoy (o en UF, u otra unidad cuyo valor cambia día a día). Teóricamente, esto permitiría comparaciones más justas y eliminaría la “patología” de la inflación de los análisis. Por ejemplo, se podría recalcular continuamente el valor de las transacciones históricas al valor presente. El propio artículo “Moneda homogénea” sugiere que expresar la moneda en condición neutral asociada a un punto definido (presente o pasado) elimina la patología de la inflación. Sin embargo, surgen varios inconvenientes prácticos:
Elección del índice y base: ¿A qué índice de precios se ajustaría? Los índices generales (IPC) son promedios que pueden no reflejar las variaciones relativas de todos los precios. Como se discutió, distintos bienes cambian de precio a ritmos distintos. Si se elige la inflación promedio, se homogeniza la escala pero no se eliminan todas las distorsiones. Además, escoger el período base influye: no es lo mismo expresar todo en pesos de 2023 (actuales) que en pesos de 2001 (antes de una devaluación), por ejemplo.
Cambios en calidad y estructura: Comparar valores en moneda constante asume equivalencia de bienes en el tiempo. En la práctica, los productos y servicios evolucionan (nuevas tecnologías, cambios de calidad o características). Aun corrigiendo la inflación, comparar ventas de 2025 vs 2015 puede ser mezclar manzanas con naranjas si los bienes no son exactamente iguales. Se suele ignorar esta complejidad en análisis macro, pero a nivel micro puede ser significativo. El artículo fuente señala que este tipo de medición “tiene validez en la medida que las mercaderías o servicios son idénticos a través del tiempo, aspecto de difícil concreción” dado el cambio tecnológico, impositivo, etc.. En consecuencia, una moneda homogénea temporal siempre será aproximada.
Mantenimiento de la partida doble: En contabilidad, reexpresar valores debe hacerse cuidadosamente para no romper la integridad del balance. Ajustar activos, pasivos y patrimonio por inflación requiere técnicas que mantengan la ecuación contable (por ejemplo, reconociendo resultados por posición monetaria). Si se hiciera de forma chapucera, se podría generar un desbalance entre el debe y el haber, algo inaceptable legal y técnicamente. Por ello, las normas establecen procedimientos detallados para el ajuste por inflación. Un esquema de moneda homogénea dinámica tendría que integrarse prolijamente con la contabilidad de doble entrada.
Complejidad y comprensión: Para el público general, manejar una moneda indexada que cambia todos los días puede ser confuso. En economías con inflación moderada, la gente está habituada a precios relativamente estables y podría rechazar una unidad de cuenta que aumenta a diario (aunque esa alza solo refleje la inflación real). En Argentina, no obstante, es común pensar en dólares o leer ajustes por inflación en contratos, por lo que una unidad indexada no sería totalmente ajena. Aún así, implementar una moneda temporal dinámica requeriría un cambio cultural y educativo importante, para que los usuarios entiendan que una baja en la unidad (deflación) o alza no es algo más que el reflejo de la variación de precios.
En la actualidad, las soluciones parciales pasan por ajustar cifras históricas a precios constantes, usar unidades de cuenta indexadas para contratos, e incluso cláusulas de ajuste salarial por inflación. Todas estas prácticas apuntan a lograr una medida más homogénea del valor económico en el tiempo. Una moneda homogénea dinámica no sería muy distinta, solo más automatizada y generalizada. Por ejemplo, imaginar que el “peso” oficialmente se revalúa cada día según la inflación: 1 nuevo peso = 1 peso * (1 + inflación diaria). Al final del mes equivaldría al peso de inicio ajustado. Esto suena complejo pero es básicamente cómo funciona la UF chilena.
La factibilidad teórica de tal sistema es alta (matemáticamente, es solo aplicar un factor de indexación); la factibilidad práctica depende de la estabilidad institucional y la disciplina para adoptarlo. En una economía como la argentina, con inflación crónica, podría ayudar a la contabilidad y planificación expresar todo en una unidad real constante. De hecho, muchas empresas ya hacen sus análisis internos en dólares o unidades constantes para eliminar el ruido inflacionario. Pero como política pública, implementar una moneda indexada universal podría requerir primero domar la inflación misma –de lo contrario se corre el riesgo de indexar excesivamente la economía y generar inercias inflacionarias.
Comparación con métodos actuales: A diferencia de una moneda homogénea dinámica (que ajusta continuamente), los métodos actuales suelen ajustar en intervalos (mensual, anual) y sobre todo para fines analíticos, no para las transacciones del día a día. Usar precios constantes (por ejemplo, “pesos de 2004”) es útil para estadísticas pero la gente sigue pagando en pesos corrientes. Una moneda dinámica propondría que incluso las transacciones corrientes se referencien a un valor estable. Esto tiene paralelo en la dolarización: algunas economías efectivamente adoptaron el dólar estadounidense como moneda para ganar estabilidad (Ecuador, Panamá, de facto muchos argentinos utilizan el dólar). El dólar es más homogéneo que las monedas locales débiles, pero no deja de tener inflación (2-3% típica, últimamente más). Por eso incluso se ha hablado de un “dólar digital” o moneda global respaldada en una canasta, lo cual nos regresa al terreno de criptomonedas o derechos especiales de giro (DEG) del FMI.
En conclusión, la moneda homogénea temporal dinámica es una propuesta orientada a medir con mayor exactitud la economía eliminando las distorsiones de valor de la moneda. En la práctica moderna, se aplica mediante la indexación por inflación y la presentación de cifras en moneda constante. Si bien no soluciona todos los problemas (pues no crea un valor absoluto infalible), sí mejora la comparabilidad y transparencia. Experiencias como la UF chilena muestran que es viable en ciertos ámbitos. Para la contabilidad y análisis financiero resulta casi indispensable en países de alta inflación. El gran desafío es extender este concepto sin generar otras distorsiones ni confusiones en el público. Al final, no hay atajos mágicos contra la heterogeneidad monetaria, pero combinar medidas de ajuste por inflación, uso prudente de monedas extranjeras o cripto como referencia, y mantener la inflación baja, puede acercarnos a la utilidad de una moneda homogénea incluso si nunca se alcanza en sentido estricto.
Referencias:
Análisis “Moneda homogénea” (contenido provisto), que describe las causas de la deshomogeneización monetaria y la imposibilidad de una moneda neutral perfecta.
Resolución Técnica FACPCE N°6 – Estados contables en moneda homogénea (Argentina).
Informe Infobae sobre inflación en alimentos 2023 (Argentina).
Nota del Federal Reserve FEDS Notes sobre tasas de EE.UU. y monedas emergentes.
Artículo de CoinDesk en español sobre monedas neutras no estatales.
Artículo de BBVA sobre stablecoins y volatilidad de Bitcoin.
Sitio educativo Banco Central de Chile – definición de la Unidad de Fomento.
Reseña histórica de la propuesta del bancor de Keynes.
Si encuentra que estos informes le resultan útiles. Le solicito que lo pueda compartir con otros amigos suyos para generar nuevas ideas como la recibida de la Contadora. Lo cual, ha sido el motivador de esta publicación.
Gracias.
Cláusula de Actualización de Renta – Mecanismo de Preservación del Valor Real